Los Willys en Santa Cruz

Presentación

El proyecto de un libro no surge de un día para otro. Generalmente es una idea a la que se le da vueltas no se sabe exactamente desde cuándo, pero existe un momento clave en el que finalmente se concreta, primero como proyecto, y luego libro.
Ese momento llegó en la gala de celebración del decimonoveno aniversario de fundación del Club Willys Santa Cruz. Esa noche, quien sabe si, movido por el entusiasmo o la algarabía, se acercó al autor uno de los past presidentes, el ingeniero Daniel Ardaya y preguntó en qué quedó la publicación de un anuario, pendiente desde 2018. Sorprendido, sonreí y dije que ahí estaba, inconcluso. “Usted tiene que hacer el libro, pero lo tiene que hacer por encargo del Club”, dijo y fue secundado rápidamente por Pedro Rivero, Nelson Rodríguez y algunos otros. Atento a la conversación, el presidente en ejercicio, Gral. Oscar Aldunate, intervino y fue directo: “Tiene que hacer el libro para que lo presentemos en el XXº aniversario”. Es decir, había que empezar lo antes posible.
El compromiso se asumió esa noche.
Dos semanas después, el esquema básico fue presentado en una reunión ampliada de directorio. Se aprobó y lo demás ya es historia, una historia contada desde adentro y que está aquí.

Resultó de enorme utilidad el blog iniciado en 2009 para rescatar los hechos ocurridos desde la fundación del Club en octubre de 2003. El haber participado en las directivas desde inicios del año 2004 y tener la oportunidad, como periodista, de difundir permanentemente las actividades de los asociados en el diario EL DEBER, así como en el boletín The Willys Times de corta, pero memorable difusión, al igual que la columna regular Canchón de Willys en el mismo diario y más adelante en redes sociales y con el podcast Canchón de Willys, configuró el bagaje inicial para emprender este desafío editorial ya con el apoyo material de la directiva encabezada por el Gral. Aldunate.
Así se lograron reveladoras entrevistas, se consiguieron importantes y, en algunos casos, inéditos documentos gráficos, y contrastando fuentes con las disponibles en Internet y con amigos dentro y fuera del país se armó el contenido, siempre bajo la atenta mirada de los especialistas del Club para que la obra tenga el rigor esperado por todos.
De todos modos, siempre habrá algo por enmendar, por complementar, porque así es toda publicación. Esta primera edición puede ser apenas el inicio de la elaboración de una obra mayor, como la merecen los amantes de los Willys.

Prólogo

Como el Willys, una historia sencilla y buena

No podrían haber quedado mejor reflejados que en un libro, los juveniles primeros veinte años del Club Willys Santa Cruz. Ni que su edición fuera encomendada a Osman Patzi Sanjinés, periodista de los buenos y willysero empedernido, sin lugar a dudas. Él me pidió que me hiciera cargo del prólogo que confieso haber escrito sin tener a mano el borrador de la obra. Pero no fue necesario, me bastó conocer algunas de sus bien definidas pautas. Las credenciales del editor y los temas propuestos garantizaban plenamente la calidad de la publicación que usted ya tiene entre sus manos junto a la oportunidad de disfrutarla y, de paso, corroborar mi convencimiento.
Los Willys en Santa Cruz es el título de una historia sencilla y buena desplegada en sus cien páginas y ocho capítulos. Como la que encarnan e inspiran los legendarios jeeps, principal medio de transporte motorizado para atravesar, sin inconvenientes mayores, los arenales y barriales del viejo campanario cruceño durante al menos tres décadas, a partir de los años 50 del siglo pasado. O un poco antes. Como lo reflejan los testimonios gráficos de aquellos tiempos y que acompañan los textos de este relato que provoca leer con ávido interés. No podía faltar el registro de expresiones como ‘medardeada’, ‘canchonero’, ‘pocholín’ y ‘tigre de cuatro metros’, entre otras y que forman parte del glosario de ocurrentes términos willyseros que le aportan un matiz entretenido al contenido del libro.
Han transcurrido más de ocho décadas desde la fabricación, en noviembre de 1941, del primer jeep Willys en una factoría de los EEUU. Es parte sustancial del relato que conduciendo esas auténticas reliquias motorizadas, sometidas a unos necesarios procesos de restauración aunque sin alterar sus características originales, los willyseros han participado en una veintena de inolvidables caravanas anuales en las que han recorrido la región de un extremo a otro. Y en algunos casos, incluso más allá de los límites departamentales. Lo hicieron y lo seguirán haciendo poniendo a prueba su entusiasmo inacabable a la par de su espíritu aventurero. El que es transmitido espontáneamente, de generación en generación, en las filas del Club Willys Santa Cruz que, a veinte años de su creación, se ha consolidado institucionalmente para prolongar una leyenda y seguir haciendo historia. (Pedro Rivero Jordán)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *