Periodismo de humor


Osman Patzi S.*

Espero que no parezca un chiste el hecho que sea yo quien les hable del periodismo de humor. De todas maneras, estoy seguro de que nos vamos a divertir un poco. Es común que al empezar una charla sobre determinado tema nos remontemos a los antecedentes, a la historia. A veces resulta inevitable, pero quisiera que me permitan en esta oportunidad referirme al futuro, a la teoría aquella de Edward Osborne Wilson, denominada sociobiología. Según este biólogo, las humanidades y las ciencias sociales pasarán a ser ramas especializadas de la biología. O sea, los futuros periodistas en este momento están en laboratorios, literalmente. Explica Wilson que las especies, incluida la humana, nacen determinadas genéticamente para cumplir determinados roles. Puso como ejemplo, en su texto Las sociedades de insectos, que una sola hormiga reina daba a luz a un millón de crías de una asombrosa variedad de tamaños, cada una de las cuales estaba destinada a cumplir una función específica. Las obreras salían a buscar comida. Las hormigas soldado formaban un ejército de merodeadoras, como los hunos y tártaros, y atacaban a otras colonias de hormigas. Se comían los cadáveres de sus víctimas y se llevaban como botín sus larvas para provecho de su propia colonia. Otras hormigas asumían el papel de granjeras, subían a árboles, capturaban orugas y larvas de escarabajos, “ordeñaban” sus secreciones (más alimento) y las llevaban a pasar la noche a la colonia subterránea, es decir, a las cuadras. ¡Como ganado! Nadie las entrenaba ni aprendían por observación. Nacían y ya sabían qué debían hacer. Sospecho que entre la especie en extinción de los periodistas también ocurre esta selección. Los pintudos, como aquí mis colegas (…), abrazan el periodismo económico; por otro lado están los que hacen política, es decir, ehh… periodismo político; los que hacen prensa deportiva; de farándula; de policiales; y todas las especialidades que se les ocurra. Los que se ríen a costa de todos ellos ya pueden imaginarse quienes son o quienes nos creemos que somos. Apoyado en la teoría de Wilson me atrevo a decir que basta mirar a los periodistas para adivinar qué especialidad tienen. Y con muy estrecho margen de error. Cuando decidí el nombre que llevaría mi periodiqiuito, en vías de extinción, igual que los periodistas, también estaba intentando hacer un chiste. Que obviamente no les hace gracia a los que se precian de serios y son amarillos, en el sentido ese peyorativo de lo peor de la prensa. Cuando digo El Otro Amarillo, es porque les estoy gritando que no soy el único. El otro es alguien de quien nos reímos. Descubrí que muchos periodistas se sienten atraídos por las columnas de los periodistas serios, es decir, de los que entre chiste y chiste dicen lo que otros callan. En Bolivia son más de los que me imaginaba porque no hay buen periodista que alguna vez no se haya dejado tentar por la sátira y el humor para contar hechos cotidianos. Nuestro estimadísimo doctor Luis Ramiro Beltrán editó en plena revolución emenerrista el semanario Momento y volcando ese viejo adagio de que no se puede decir como periodista lo que no se puede mantener como hombre, advertía que “no decían como que periodistas lo que no podían sostener como pugilistas”. Don Pedro Rivero Mercado nos ha malacostumbrado a su Tertuliador, desde el mojón de la esquina y don Alfonso Prudencio, el inefable Paulovich, desde su Columna de perfil, nos refrescan lo cotidiano y son claro ejemplo, por mencionar sólo a los que han sido homenajeados recientemente. Las que son escasas, o al menos efímeras, son las publicaciones especializadas y ahora entiendo por qué. Imprimir es muy caro. Además son un atentado contra las buenas costumbres. Son consideradas subversivas y sólo en alasitas o en carnaval se les concede algunas licencias. Imposible no mencionar a la desaparecida revista Cascabel. Los periódicos paceños aprovechan el festejo del dios de la Abundancia para publicar miniaturas con noticias chistosas y picantes, con el diseño del diario supuestamente serio. Por estos lares es el dios Momo el que auspicia los bandos y si alguno sobresale es El Peine, tan esperado en carnaval como la elección de la reina porque escapa del estilo en verso y se convierte en revista, con secciones y todo. Y en este punto que considero el clímax de mi modesta intervención, me parece oportuno hacer una importantísima puntualización. Los periodistas que se dedican al humor no son humoristas. No pueden, aunque quisieran. No hacen chistes para que la gente ría, los hacen para que la gente piense, se incomode y sonría con complejo de culpa. Por eso los periohumoristas, si vale el término, son personajes solitarios e incomprendidos. Nos causan gracia sus ocurrencias siempre y cuando nosotros estemos al margen. Es fácil reírse de los políticos a los que nosotros mismos hemos encumbrado y abusan de su poder, y de los empresarios a los que les hemos engordado las billeteras, y de los artistas y deportistas a los que hicimos famosos sin que lo merezcan. Si descubrimos que somos cómplices, reímos ya por disimular. Se usa la sátira como una forma de control social, pero muchas veces los aludidos son tan cuerudos, que no se les hace mucha mella. Decimos que nos reímos a costa de ellos, pero ellos se ríen de nosotros todo el tiempo y entonces es un intento por equilibrar la situación. A los detractores de esta supuesta especialidad (el humor) les parece que esto no es periodismo porque pasa por alto las que se supone que son normas básicas del oficio. Y puede que tengan razón. No se contrasta fuentes, se atenta contra la imagen, se exagera, se distorsiona, se fragmenta, se manipula, se omite, con burla, con escarnio. Se refuerzan estereotipos. En síntesis, se caricaturiza hechos y personas con alevosía y de manera impune. ¿Quiénes nos creemos que somos? ¿De dónde salió la autorización para deshacer tantas honras? Simplemente de nuestra necesidad de llegar a la gente, de pensar que se puede lograr cambios a partir de la crítica social. No es sólo el chiste. Tiene que haber mensaje. El periodismo de humor es un factor de cohesión social que ratifica percepciones, porque cuando se miran caricaturas y viñetas en los diarios no se está mirando sólo dibujitos. Cada trazo esconde un poderoso mensaje. Leyendo entre líneas a los periodistas de humor se puede entender fenómenos que de otro modo nos resultan normales. O que así nomás tienen que ser. “Es la contraparte del efecto triunfal del discurso hegemónico”, dice María Ximena Ávila, docente de la Universidad Nacional de Córdoba. La utilización sistemática de la paradoja como recurso crítico es una especialidad del fotomontajista Josep Renau. O como se suele decir en el medio: “lo bueno que tienen estos conflictos políticos es lo malo que se están poniendo”. Teun van Dijk, recuerda que “el proceso de producción ideológica no es unilateral. No sólo se dirige del poderoso al público en general a través de los medios, ya que la elaboración de consentimiento puede también implicar una orquestación de disconformidad que refleja la estructura de poder. Las condiciones socioeconómicas también contribuyen a los contenidos y a las formas de opinión pública y dentro de unos márgenes flexibles, pero controlados, de protesta y resistencia los medios de comunicación, llevan el feedback hasta la estructura de poder”. Comparto con ustedes una frase del caricaturista del diario ecuatoriano El Universo, Xavier Bonilla, hablando sobre el humor en el periodismo: “El humorista no tiene enemigos. Pero los enemigos siempre tienen un humorista. No entre sus filas, sino que tienen un humorista que les sale al paso al convertir, como un Midas al revés, en hojalata todo el oro que pronuncian”. Sin embargo, existe una condición primordial para el humor. Y es que no es apto para los no inteligentes. Es una ventaja adicional que ha permitido salvar el pellejo a muchos chistosos de la prensa. Existen varias anécdotas, en especial durante las dictaduras. A los gorilas les costaba tanto entender los chistes, que cuando caían en cuenta del hachazo, el periodista ocurrente ya estaba a buen recaudo. La definición, desde el punto de vista de la semiótica, es clara: El humor no es un género autónomo. Se trata de un sesgo ideológico que toman las historias, una retórica específica. El mecanismo simbólico de su engranaje se inaugura en la transgresión, un romper las convenciones, pero esta ruptura no activa reacciones violentas o desagradables. Su táctica es, justamente, la empatía. De otro modo, el efecto deseado (la risa y la sonrisa) se anula y ya no es posible el goce. El equívoco y el doble sentido son sus vehículos, los cuales emergen de procesos erráticos de la comunicación, de significaciones ajenas que tratan de ser compartidas. El humor encuentra su materia prima en lo cotidiano. En ese espacio temporal es posible rescatar situaciones erróneas y hurgar sus signos. Un instrumento fuertemente utilizado por el humor es la ironía. La desventaja de su tangente eufemística es el requisito de la inteligencia. Sólo el receptor inteligente puede procesar las significaciones que se desprenden de su ausencia y su presencia. La ironía es fundamentalmente cultural y esta clausura hace difícil su exportación. De ahí que aparezca cierta dificultad a la hora de entender los chistes gringos, como este: El párroco se dirige enojado a la Alcaldía del pueblo, ingresa y le dice a la autoridad: -señor Alcalde, es lamentable que usted como autoridad no ordene recoger ese burro muerto que está frente a la iglesia botado ya desde hace una semana. El alcalde que no estaba ese día de muy buen humor, le responde: -¿Y usted, como buen cristiano, por qué no le da una cristiana sepultura? El cura responde en tono sarcástico: -Sí… ¡pero también como buen cristiano es mi deber, antes del entierro, avisar a sus familiares! … Bibliografía WOLFE, Tom (2000) El periodismo canalla y otros artículos Ed. Punto de lectura, Madrid BONILLA, Xavier (El humor en el periodismo) ÁVILA, María Ximena (2003) Discurso periodístico y humor. Sala de Prensa VAN DIJK, Teun A. (Racismo y análisis crítico de los medios. Ed. Paidós, Barcelona RENAU, Joseph (1977) The American Way of Life. Ed. Gustavo Gilli, Barcelona GREBE, Ronald y otros (2000) Historieta y caricatura en Bolivia. Ed. Soipa, La Paz RIVERO, Giovanna (2005) Semiología aplicada, texto para la materia. UPSA, Santa Cruz

*Osman Patzi S. es periodista, director del semanario El Otro Amarillo, docente de la UPSA y la UEB, corresponsal del Observatorio Nacional de Medios y secretario general de la Confederación Sindical de Trabajadores de la Prensa de Bolivia. Ponencia presentada en el seminario de periodismo realizado en la Universidad Privada Domingo Savio, en Santa Cruz, marzo de 2009.

Comparte este artículo